En un artículo publicado en el especial «Nuestra Tierra», del diario La Verdad, el 9 de mayo de este mismo año hablábamos de la economía circular en la agricultura. En concreto, de la importancia de transformar el principal residuo del agua de riego en el Campo de Cartagena, la salmuera, en productos con valor de mercado. Esta transformación de residuo en producto es la base de la economía circular y de la sostenibilidad. Desde entonces, la Cátedra de Agricultura Sostenible, en colaboración con empresas privadas y con investigadores de la UPCT, ha avanzado mucho en la construcción de prototipos e infraestructuras de investigación para la desnitrificación de estas salmueras, para su concentración buscando el «vertido cero» e, incluso, para la transformación en lejía y otros productos con valor de mercado. Prototipos e infraestructuras que ya estamos poniendo en funcionamiento.
Concentrados en la búsqueda de ideas para la posible valorización de las sales procedentes de las salmueras del Campo de Cartagena, no caemos en la cuenta (los agricultores seguro que si) de la valorización que ya de por sí supone el reducir el rechazo de las desalobradoras a la menor expresión posible. Intento explicarme: si tenemos una concesión de 110hm3 de agua de pozo en el Campo de Cartagena, estábamos produciendo unos 25hm3 de salmuera (con una concentración de sal muy inferior a la del Mediterráneo), pero si reducimos el rechazo al 5%, por ejemplo, recuperaríamos 20hm3 para riego y tan solo produciremos 5hm3 de salmuera (esta con una concentración muy superior a la del Mediterráneo).
20hm3 de agua para riego es mucha agua. El problema es que no podemos quedarnos a medio camino en la concentración de las salmueras: o desperdiciamos el 25% del agua de pozo en forma de salmuera con concentraciones de sal que no perjudicarán al Mediterráneo (siempre y cuando eliminemos su contenido en nitratos, un salmueroducto al Mediterráneo podría ser una solución) o alcanzamos el objetivo de la concentración total de la salmuera y el famoso ‘vertido cero’. Lo que nunca podríamos verter es una salmuera con concentraciones de sal superiores a las del mar.
Por tanto, dada la necesidad urgente de extraer el agua de pozo para evitar la descarga de agua del acuífero del Cuaternario cargada de nitratos hacia el Mar Menor, y para mitigar el déficit de agua de riego en el Campo de Cartagena, creo que ya ha llegado la hora de que se hagan políticas decididas para buscar soluciones a corto plazo a la utilización del agua de pozo, como podría ser la construcción de un salmueroducto al Mediterráneo que sacara salmuera poco concentrada en sal y sin nitratos y, a medio plazo, invirtiendo decididamente en programas de investigación enfocados al ‘vertido cero’ y en los programas energéticos que nos tienen que ayudar a conseguirlo.
Conviene mencionar que más del 70% de los recursos hídricos en Europa se destinan a agricultura, que cuando hablamos del uso del agua en agricultura estamos hablando de la producción de alimentos, que en 2050 seremos 9.000 millones de habitantes sobre el planeta y que las previsiones del cambio climático no son nada halagüeñas. Sin pausa, pero sin prisa, como dice nuestro compañero Álvarez Rogel (porque esta última no es buena consejera), hay que empezar a tomar decisiones políticas que, al menos, orienten a los investigadores y a las empresas hacia donde queremos ir en el tema del aprovechamiento del agua del acuífero del Cuaternario en el Campo de Cartagena.
Juan José Martínez, director de la Cátedra de Agricultura Sostenible
Artículo de opinión para ‘Nuestra Tierra’ de La Verdad